Cuatro visiones para celebrar y reivindicar el Día de la Mujer en la Ingeniería

Cuatro visiones para celebrar y reivindicar el Día de la Mujer en la Ingeniería

Su sentido del orden, de la lógica, el método, la organización… En pocos minutos de charla afloran los tópicos propios de las Ingenierías, y tanto Belén Bogarín como Martha Melo, Amaia Torrontegi y Laura Del Hoyo se lo toman con el humor inteligente de quien se reconoce en ellos. Las cuatro son mujeres ingenieras y, aunque con matices, siempre han tenido clara su vocación, desde muy jóvenes. Cada una ha experimentado una trayectoria profesional diferente pero las cuatro se sienten orgullosas de su formación y de su trabajo, y afrontan pletóricas la celebración, el próximo 23 de junio, del Día Internacional de la Mujer Ingeniera. Amaia, Belén, Martha y Laura se han prestado a responder entre risas y con sentido del humor, pero también con espíritu crítico, a varias cuestiones que muestran su vocación y la claridad con la que reivindican la presencia de mujeres en el mundo de la Ingeniería

P.

¿Cómo y cuándo te diste cuenta de que ser ingeniera era una opción realista y atractiva para ti?

R.

Belén Bogarín (Barcelona). Yo siempre había querido ser médica, desde que era muy pequeñita, pero cuando entré en el instituto y empecé a ir al laboratorio todo me parecía súper interesante: convertir cosas, hacer experimentos… Me fascinaban las reacciones y me preguntaba por qué pasaban esas cosas, quería entender por qué ocurrían. En aquel momento ya empezó a crecer esa curiosidad, y cuando fui a la Universidad tenía decidido que quería ser ingeniera, pero de Petróleo, una especialidad muy específica de Venezuela.

“Primero quise ser ingeniera de Petróleo pero luego me orienté a la Ingeniería Química”

El mundo del petróleo entonces era un boom, había un montón de empresas petrolíferas y esta especialidad estaba muy al alcance de la mano. Pero cuando empecé la carrera de Ingeniería de Petróleo enseguida me orienté a la Química porque comprobé que podía realizar cualquier proceso de transformación de materia, sea de petróleo, de alimentación, de cosmética, o de cualquier otra cosa. Además mi padre era ingeniero agrónomo, y aunque no soy consciente de que me influyera era algo que siempre ha estado muy presente en mi casa.

R.

Laura del Hoyo (Igorre). Yo siempre he tenido mucha capacidad de estudio en el colegio y la carrera de Ingeniería era de las más exigentes, así que por un lado, veía que tenía capacidad para hacerla y por otro, elegí Ingeniería Química porque me encanta la química y porque la carrera de Ciencias puras en aquella época apenas tenía salidas laborales. Fue una decisión muy racional.

“Soy muy estructurada, analítica y hago las cosas paso a paso; todo eso demuestra cómo somos las ingenieras”

Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que soy muy cuadriculada, muy estructurada, muy analítica, hago las cosas paso a paso, y todo eso al final muestra cómo somos las ingenieras o cómo era yo entonces. Dentro de mi familia no había antecedentes familiares y mis padres siempre me han inculcado estudiar una carrera universitaria, y si era Ingeniería mucho mejor. Desde que era adolescente siempre me he visto completamente en la Industria, en diseño de procesos químicos, y me gustaban mucho las refinerías de petróleo.

R.

Martha Melo (Barcelona). Desde que era pequeña me pasaba el tiempo haciendo pequeños trabajos en casa, organizando las cosas… cuando se estropeaba un aparato enseguida lo desmontaba e intentaba arreglarlo: la radio, el ventilador… Y cuando llegó el momento de ir a la universidad, aunque yo quería estudiar Ingeniería, en Colombia eran todas de carácter privado.

“Hice un año de Dietética y Nutrición porque la carrera de Ingeniería era privada y no quería generar gastos a mi tía, con la que convivía”

Y como me crié con mi tía, y no con mi madre, ir a la universidad suponía una carga económica muy importante que yo no quería que ella asumiera, así que empecé a estudiar Nutrición y Dietética. Ya ves. Hice un año de Nutrición y Dietética pero dio la casualidad de que entonces abrieron las facultades públicas de Ingeniería Industrial, Agrónoma y Mecánica. Vi la oportunidad y me cambié a Ingeniería Industrial.

R.

Amaia Torrontegi. Mi percepción era muy similar a la de Laura con respecto a la capacidad de estudio. Además había estudiado en un colegio mixto con un 80% de chicos y las salidas por antonomasia para los chicos que eran buenos estudiantes era Ingeniería, estaba muy bien visto. Cuando yo estudié Ingeniería en San Mamés (EHU-UPV, Bilbao) era una carrera de seis años y era muy dura, mucho más que los grados actuales, había que “sufrir” y actuar con mucha responsabilidad. En aquel entonces se nos inculcó el trabajo continuo, el no dejar las cosas hasta que estuvieran resueltas.

“La carrera de Ingeniería suponía un reto porque todos los chicos que eran buenos estudiantes la hacían. ¿Por qué no? Voy a probar. Y aquí estoy”

Mi elección de carrera fue, por una parte, porque yo era buena estudiante, pero por otra fue un reto: si a los chicos les llevaban a ese ámbito más técnico y a mí me gustaban las matemáticas y las ciencias, ¿por qué no? Voy a probar. Y aquí estoy. Cuando empecé la carrera la mayoría del alumnado eran chicos, sobre un 90%, y había profesores que se permitían algunas gracias con las chicas, como sacarles a la pizarra si llevábamos minifalda. Había momentos en los que te hacían sentir como si estuvieras de relleno. Al principio me tiraba más la rama eléctrica pero pronto me di cuenta de que no era tan ingeniera como el resto, entonces opté por la especialidad de Organización Industrial. Cuando me jubile retomaré el tema de la electricidad.

P.

Cuéntanos algún recuerdo o anécdota de tu vida que ilustren tu pasión por la Ingeniería

R.

Belén Bogarín (Barcelona). Siempre he llevado un control de los gastos muy exigente en una hoja Excel, sobre todo al principio de mi relación, y mi marido alucinaba y se preguntaba: “Pero ¿tenemos que llegar a este extremo?” Y yo: “Pues sí, hay que ver todo e incluir todos los gastos”. En mi casa soy yo quien lleva las cuentas porque soy muy organizada; si no, no se sabe qué va a pasar y es posible que no lleguemos a las cosas. (Risas). Por ejemplo, el año pasado al ir a inscribir a los niños en una especie de campamento de verano los padres y madres de sus compañeros no conocían los horarios de recogida, ni los costes ni la organización de las comidas… Y yo dije: “Un momento, dadme cinco minutos. Aquí tenéis los cálculos, las horas de recogida, las comidas… todo”. Y alucinaban.

“La mente de una ingeniera trabaja de forma distinta, es como una hoja de cálculo. Yo necesito verlo todo organizado, no puedo ver datos sueltos”

La mente de una ingeniera trabaja de una forma distinta, como una hoja de cálculo. Yo necesito verlo todo organizado, no puedo ver datos sueltos: es mejor que lo organicemos y así lo tenemos todo claro. Desde aquel momento las madres del cole, cada vez que lo necesitan, me piden una hoja de cálculo que incluya todo. Yo creo que lo que hacen los estudios de Ingeniería es cambiar la forma de pensar. Cuando se me presenta un problema mi mente ha estado entrenándose durante cinco años para trabajar la forma de pensar y de solucionarlo. Por eso no puedo ver algo desordenado, necesito organizarlo para poder verlo de forma más eficiente.

R.

Martha Melo. Por lo que escucho a Belén, creo que esto tiene algo de mentalidad latina porque cuando yo me compré el coche, lo hice a través de renting con 30.000 kilómetros al año. Y desde el primer momento me hice una tabla Excel dividida en meses, el recorrido que tenía que hacer desde mi casa a Barcelona, etc. Pues bien, llegó un momento en que calculé que iba a sobrepasar el límite de 30.000 kilómetros, y empezamos a alternar el transporte público con el coche, y mi hijo me preguntaba: “Pero ¿por qué tenemos que ir en autobús y no podemos ir en coche?” “Pues porque, si no, vamos a pasar el límite de kilómetros y nos va a tocar pagar”, le respondía.

“Tengo una hoja de cálculo en casa con el consumo de luz y agua, y compruebo la eficiencia de aparatos como el horno: tenía un consumo muy alto y lo cambié”

Esto de la hoja de cálculo también lo hago en casa con el consumo de luz, de agua, compruebo la eficiencia de aparatos como el horno, que tenía un consumo muy alto… Todo esto me ha facilitado la vida, no creas: con el nuevo horno el consumo de electricidad ha bajado un montón. Y mi hijo se ha quedado con todo eso y me dice: “Mami, yo quiero hacer lo que tú haces”. Y yo le digo: “Pues estudia, estudia”. Y también lo hago con el orden de mi armario: hasta tengo la ropa organizada por colores…

R.

Laura del Hoyo. Mi tendencia siempre ha sido analizar las cosas en profundidad. En la asignatura de Química Orgánica tuve un profesor más estricto que los demás y la forma de enseñar era súper práctica. Recuerdo que escribía un compuesto químico en la pizarra y nos pedía que dedujéramos cómo lo podíamos obtener, desde qué materia prima y con qué procesos. Y aunque empecé esa asignatura con mucho miedo terminé disfrutándola un montón.

“A nivel de organización siempre he sido una persona muy ordenada; de niña nunca me han tenido que decir que recogiera un juguete”

Y otra anécdota tiene que ver con mis visitas al médico y demuestra cómo tenemos la cabeza estructurada las ingenieras. Me ha pasado varias veces que el médico me preguntaba mis síntomas, lo que me pasaba, y al darme opciones yo le respondía: “Sí, eso ya lo he mirado, sí eso también”. Me ha pasado varias veces. A nivel de organización siempre he sido una persona súper ordenada; de niña nunca me han tenido que decir que recogiera un juguete.

R.

Amaia Torrontegi. De niña yo era muy friki: he tenido todos los juegos que suponían “trastear”, como Quimicefa, Magia Borrás… Del arreglo de aparatitos se encargaba mi madre y yo estaba por detrás, como una aprendiza de bruja. Pero nunca me ha gustado alardear de ingeniera: si eres buena, lo eres, y si no, no. Aunque recuerdo que una vez tuve un problema de diseño constructivo en mi piso y vino el arquitecto de turno a intentar explicar por qué había hecho las cosas de una determinada manera.

“Suelo ir al médico con los deberes hechos, para que me confirme un autodiagnóstico o para rebatirle algo que no me convence”

El arquitecto me intentaba convencer de cosas que se caían por su propio peso y él se estaba poniendo ya chulito. Llegó un momento en el que en medio de la discusión me salta con un: “Que soy arquitecto”, y yo le respondí, “y yo ingeniera”, y se tuvo que callar. En ese momento me sentí muy orgullosa. En otras cosas como el orden, yo soy un poco más caótica pero el ejemplo que ha puesto Laura con el médico también me ha pasado a mí: siempre voy al médico con los deberes hechos, para que me confirme un autodiagnóstico o para rebatirle algo que no me convence.

P.

¿Cómo dirías que es Walter Pack en cuanto a la presencia de mujeres ingenieras?

R.

Belén Bogarín. En la planta de Barcelona hay muchísimas mujeres pero ingenieras solo estamos Martha y yo. Muchas de las chicas que trabajan en Walter Pack en Barcelona llevan muchos años en la empresa. Aunque sigue sin haber muchas mujeres que estudien Ingeniería, me da la impresión de que algunas se han orientado más al sector sanitario y después han terminado en trabajos más relacionados con esta carrera.
Laura del Hoyo. Lo que sí puedo decir es que en el sector de la automoción todavía hay muchísimo machismo. No digo que predominen los hombres, no, digo que hay machismo, que en una reunión eres deliberadamente ignorada porque eres la única mujer hablando de temas técnicos. Lo puedo decir con muchas evidencias en la mano porque llevo más de ocho años en el mundo de la automoción, antes de Walter Pack, y me ha pasado un montón de veces. Ya no es el hecho de que haya o no mujeres, sino el tratamiento que recibimos con respecto a los hombres, incluso aunque tengan un puesto directivo.
Amaia Torrontegi. Estoy totalmente de acuerdo con Laura. Es triste y parece que estamos avanzando pero no tanto como pueda parecer a primera vista. Y con respecto a Walter Pack hay bastantes personas ingenieras y algunos responsables también lo son. También llevo 18 años y he visto una trayectoria. Al principio empezamos Itxasne (Cruz) y yo como únicas mujeres y sí que es verdad que las últimas incorporaciones están siendo de mujeres y que cada vez más suben de puesto dentro de la propia organización.

Más directamente…

Belén Bogarín, Ingeniera área de Calidad.

¿Qué habilidades y perspectivas crees que aportas en tu puesto?

Una de las vertientes de mi puesto es resolver problemas con los clientes. Por eso creo que se trata de una cuestión de carácter: el hecho de tener un carácter conciliador, una forma determinada de hablar y de discutir las cosas puede ayudar mucho a la hora de resolver problemas con un cliente. En los procesos internos de calidad la carrera que estudié durante cinco años me ha ayudado a conseguir que todo el “engranaje” funcione. Intento tenerlo todo atado para que un problema determinado no afecte al resto y podamos ser eficientes. Todo tiene que estar en su sitio para conseguir unos determinados niveles de calidad: la parte de calidad interna, la gestión de las piezas, la documentación, los informes, las mediciones… todo debe estar correcto para poder ofrecer un servicio al cliente óptimo.

Martha Melo, Ingeniera área Comercial.

¿Cómo desempeñas tu trabajo en un mundo con presencia mayoritaria de hombres?

Siempre he tenido mucho apoyo por parte de los hombres, nunca he tenido ningún problema. Creo que el mundo de la automoción está cada vez más concienciado sobre la presencia y la implicación de las mujeres en este ámbito.

Amaia Torrontegi, Ingeniera área de Sostenibilidad.

¿Cómo te encuentras y qué aportas como ingeniera en el campo de la sostenibilidad?

Creo que el hecho de ser ingeniera me ayuda a no tener miedo a los retos; es más, yo me aburriría si estuviera en un puesto más monótono. Y aunque no soy muy organizada sí soy muy estricta con otras cosas como las fechas, los compromisos, los plazos, etc., y eso es algo que no veo tanto en los chicos. De hecho, las últimas incorporaciones de mujeres me han permitido ver que no soy la excepción. Y eso no sé si es por la carrera de Ingeniería, por lo que nos ha tocado vivir en cuanto a tensiones y conflictos, porque somos mujeres o por todo en general pero la respuesta de ellas es diferente.

Laura del Hoyo, Ingeniera de I+D.

¿Cómo te sientes y te desenvuelves en una de las áreas estratégicas de Walter Pack?

Dentro de 10 días celebro un año en Walter Pack y es un buen momento para reflexionar. En este proceso de reflexión continua sigo preguntándome adónde voy en este departamento, que se está formando todavía, y el área de I+D está en constante cambio y evolución. Me desenvuelvo con altibajos, con bastante presión que me autoimpongo por cómo soy, por cómo tengo estructurada la cabeza y porque me autoexijo. Me siento presionada por mí misma porque quiero hacer las cosas muy bien, que el área dé sus frutos y que realmente sea un área óptima y que funcione de la mejor manera posible.